Las crisis de desesperación logran sacar en el ser humano una suerte de sentido y propósito de lucha por sobrevivir. Cuando eso ocurre, emana una fuerza interior tan pujante, desde abajo, desde la misma raíz.
En la crisis se experimenta la vivencia de “tocar fondo”, cuando ya no hay más nada que perder, más que surgir y todo por ganar. Pero sólo se experimenta cuando realmente llegamos a ese punto máximo de angustia y desesperación.
Luego sobreviene la calma de saber que no hay más que perder, que ya pasó lo peor, aquello a lo que tanto se le temía.
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Libérate de lo que te hace mal
Es volver a comenzar en una suerte de purificación, con más energía creadora que nunca. Por eso, los asiáticos dicen que crisis es oportunidad; conocen ese potencial creador que se libra en esos momentos.
Analízate
En una siguiente etapa, procede el análisis de lo vivido. Mucha reflexión para extraer los aprendizajes necesarios. Aquí la clave es la resignificación, es decir, lo que al comienzo catalogábamos como una fatalidad, un desastre, ahora pasa a ser un aprendizaje de vida. Una experiencia que no te mata, pero que te fortalece.
Ese es el curso de las cosas, el dolor nos da la maestría sobre nuestra voluntad y la capacidad de sobreponerse a todo; aquello que llaman resiliencia.
Observa la naturaleza
Si observamos la naturaleza, vemos cómo el metal, y hasta el diamante que es el más precioso de todos los minerales, son pulidos a base de golpes. No logran relucir todo su brillo ni esplendor si no son pulidos.
Habiendo sacado todas las impurezas, es más apreciado. Aquí vale reflexionar sobre cómo la sociedad valora tu aspecto y apariencia más que nada, porque no conocen el proceso de pulido que has tenido que soportar, con el cual te fuiste armando para estar aquí, leyendo estas líneas.
Sólo tú sabes tu camino, los demás solo ven el envase.
De las crisis se sale comunicando
De las crisis familiares, personales, a nivel país, de cualquier crisis entendida como una ruptura del orden cotidiano, se sale comunicando.
La expresión es un valor fundamental en la vida. Por algo dicen los publicistas que “lo que no se comunica, no existe”. Lo que se calla, mata por dentro. Es necesario visibilizar las emociones para sanarlas y sanarse.
En la vida todo tiene un ritmo y un proceso, un flujo que circula sigue un rumbo. Las cosas que nos guardamos, que no hacemos andar, lo que nos reprimimos, nos causan enfermedades.
Sí, puede sonar fuerte, pero es verdad. Médicos de muchas ramas conectan la enfermedad física con dolores emocionales fuertes, con pérdidas, traumas, estrés. Todo lo que debilita a las defensas, es causa de enfermedades que pueden causar la muerte de una persona.
Es importante que tomemos conciencia de esto, de saber que cuando uno se enferma o tiene ciertos dolores, trastornos, síntomas recurrentes, hay que examinar qué es lo que los causa y qué tiene para decirnos.
Cómo realizar un diagnóstico de tu crisis
Primero, se debe comenzar con el diagnóstico – tanto a nivel fisiológico como situacional – en un proceso de crisis. Llamar a las cosas por su nombre es el primer paso para aceptar la realidad e intentar operar sobre ella. Saber qué tenemos, qué nos aflige, qué nos duele y con qué recursos contamos para hacerle frente.
En segundo lugar, tomar la decisión de sanar, estando plenamente convencidos de que cambiar traerá más beneficios que los costos que hay que asumir hoy.
Vigila tus emociones
Tercero, comenzar a chequear actitudes, pensamientos, hábitos, conductas, etc., y modificar lo que sea necesario para acercarse al objetivo, tu meta: puede ser desde la sanación, hasta cambio de carrera, cambios familiares, personales.
Aprende a expresarte
COMUNICAR. Expresarnos es nuestro derecho, comenzando con nosotros mismos, siendo sinceros de lo que queremos alcanzar y dónde estamos hoy, para luego ir hacia los demás, en el encuentro con el otro (nuestros seres queridos).
En esta instancia, es necesario aprender a decir que no cuando es no, cuando no podemos ni queremos hacer algo, aprender a establecer límites sanamente. Esta es la clave para alcanzar el tan ansiado bienestar y equilibrio tanto con nosotros mismos como con los demás.
Si no aprendemos a establecer esos límites, simplemente no podremos salir de la crisis. Por lo tanto, nuestros objetivos nunca serían el foco, sino que viviríamos para cosas ajenas, para aquello que no nos hace feliz.
En una crisis personal, es bueno comunicar.
En una crisis familiar, es bueno comunicarse.
En una crisis laboral, se sale comunicando.
Pensemos a nivel país, siempre se sale comunicando.